viernes, 22 de junio de 2012

ENTRE EL G20 Y EL #YOSOY132

Dos acontecimientos que se conectan en la coyuntura preelectoral y postelectoral de varios países. La reunión de los 20 mandatarios, que “representan” más del 90 por ciento de la población y de la economía del planeta, configura el hecho mundial geoeconómico más relevante del siglo XXI: la batalla de los países del Norte por subordinar al Sur Global en el pago de la crisis mundial. Ello pone al día la pregunta sobre quién gobierna y manda sobre la población mundial y sobre cuáles son las bases de legitimidad sobre las que reposa la democracia representativa, complementaria aunque diferente a la democracia auténtica ya, que demandan movimientos como #YOSOY132 en la coyuntura electoral mexicana y un conjunto de organizaciones sociales que se reunieron de forma paralela a la Cumbre del G20, recientemente clausurada, bajo la presidencia mexicana, en los Cabos, Baja California. Una democracia auténtica ya, que no puede aplazarse ni renunciar a nuevos formatos para gobernar al mercado bajo exigencias democráticas por la justicia y la equidad. En las discusiones del G20, quedó manifiesta la necesidad de actualizar la relación entre democracia y mercado. Es insostenible continuar con estrategias de estabilidad macroeconómica estrictamente financiera, a toda costa, haciendo pagar los costos de la crisis al 99 por ciento de la humanidad. México es un buen ejemplo sobre la perversidad causada por privilegiar al capital especulativo sobre el productivo. Tampoco soluciona la crisis el impulso de tratados comerciales que reniegan de negociaciones con base en la reciprocidad y la cooperación incluyente. Revalorizar precios de materias primas per se, o plantear la economía verde como panacea sustentable, pretensiones del G20, sólo profundizan el modelo extractivista depredador y una reprimarización que agota las fuentes energéticas y convierte a los países del Sur en exportadores de materias primas sin procesar e importadores de alimentos. Las políticas de desarrollo en debate: la austeridad de muchos, impuesta por el bienestar de pocos, tienen un trasfondo electoral en el que se disputan decisiones excluyentes de los poderes legítimamente constituidos con respaldo ciudadano. En Francia, los socialistas triunfaron doblemente: François Hollande, ganó la Presidencia y su partido obtuvo, recientemente, mayoría absoluta en las elecciones por la Asamblea Nacional. Desde la legitimidad interna conquistada, el gobierno francés cuestiona la hegemonía alemana impostora de la austeridad en la Eurozona. En Grecia, se elige una mayoría conservadora que abraza el programa euro-alemán, de Ángela Merkel, aunque la pluralidad del espectro político fuerza a formar gobierno con amplia participación. Obama hizo campaña para su reelección presidencial en la reunión del G20, en defensa del plan de austeridad; pero, acercarse a los Republicanos desdibuja su oferta por una política social de combate a la desigualdad. También Felipe Calderón hizo campaña en la cumbre del G20, aunque reivindicó la herencia estabilizadora que permite al país crecer en un 4 por ciento en lo que va del año, escondió que pobreza y desigualdad aumentan. Francia, en contraste con Grecia, Alemania, Estados Unidos y México, muestra la potencialidad electoral para transformar el modelo económico. Pero, uno y otros enfrentan el desafío de una democracia auténtica ya. Así, lo dejó ver el debate entre candidatos presidenciales convocado por #YOSOY132, cuyas conclusiones relacionan el voto razonado con la permanencia del movimiento después del 1 de julio; se trata de cuestionar al mercado, vigilar y fiscalizar al gobierno que resulte electo. La participación ciudadana ejerce una mediación clave entre gobierno y sociedad nacionales. Igualmente, las organizaciones sociales reunidas paralelamente al G20, demandaron nuevas formas de participación ciudadana en la negociación-intermediación entre la gobernabilidad global y la local, bajo mecanismos democráticos participativos.

viernes, 15 de junio de 2012

CUATRO POSTALES PREELECTORALES

A dieciséis días de la jornada electoral, destacan cuatro campos conflictivos, pero a la vez potenciadores, del voto razonado, informado. 1) Las encuestas, sometidas a presiones partidistas propias de nuevas campañas, abrieron cauces para el dinero que no se pudo invertir en propaganda mediática. Un conglomerado de empresas de comunicación asesora y prácticamente dirige las campañas de casi todos los candidatos, en función de los recursos que logre comprometer cada aspirante. Pero las fortalezas pueden ser también el Talón de Aquiles, como lo muestra la demanda que enfrenta Enrique Peña Nieto, de una compañía estadounidense por incumplimiento de pago, con recursos que presumiblemente saldrían del erario del Estado de México. Además de la corrupción empujada por los altos costos que demandan las empresas mediáticas de comunicación política, hay un debate técnico-político sobre el uso de las encuestas. El IFE tendrá que superar el rol de ventanilla de registro de esos instrumentos, mediante la conformación de un equipo técnico que asegure la calidad de encuestas y sondeos de opinión. La prensa escrita y electrónica tendrá también que demostrar la solidez teórica y metodológica de los instrumentos que utilice. La academia ya entró también a este debate, aportando nuevos elementos que relativizan el uso político de las encuestas. Varias instituciones educativas prestigiosas del centro del país encargaron un estudio a Berumen y Asociados, cuya interpretación corrobora que la competencia está viva, pues la encuesta nacional a viviendas, no telefónica, realizada con más del doble de casos que los manejados por la mayoría de las casas encuestadoras y con una tasa de rechazo a responder mucho más baja que el resto, plantea un empate técnico donde el segundo lugar podría remontar las diferencias y eventualmente superar al candidato establemente puntero. 2) Los spots. Mientras Peña Nieto y López Obrador orientan su propaganda en esta última fase electoral hacia el ganar la confianza del votante. Josefina Vázquez Mota optó por spots de contraste, principalmente dirigidos hacia AMLO. Una estrategia parecida a la de 2006, encaminada al voto del miedo: la quiebra del país por la tentación “populista” de recurrir al endeudamiento, el peligro para México que representa un personaje rijoso que no respeta las instituciones… Spots que incluso fueron censurados y retirados por el IFE. Sin embargo, el Presidente Calderón se sube al ring y con motivo de la propuesta de AMLO en torno de obtener 300 mil millones de pesos para su programa económico, a partir de la reducción del gasto público, defiende la estabilidad macroeconómica lograda, ignorando la racionalidad de las cifras difundidas por el equipo de campaña del Peje. 3) Los debates televisivos. Después del debate del 10 de junio pasado, las tendencias del voto no parecen modificarse sensiblemente. Desde antes, la intención del voto por AMLO crece, la de Peña Nieto tiene altibajos y Vázquez Mota se estanca en el tercer lugar. Los ataques previos al debate, aunados a un trabajo sistemático en las redes sociales, unos con fundamentos, otros hechos desde el hígado, acrecientan temores pero también refuerzan al atacado, pues crecen las dudas sobre el origen y las intenciones perversas de los atacantes. 4) #YOSOY132, focaliza su actuación contra el autoritarismo mediático, pero su heterogéneo crecimiento puede diluir su carácter antiautoritario, antisistémico. En torno suyo no han convergido otros movimientos sociales de corte antiautoritario, como sucedió en la Primavera Árabe, ni ha atraído la alianza estudiantil-popular que representó la conciencia crítica del 68. Sin embargo, no se puede menospreciar el debate al que lograron convocar a tres de los cinco candidatos presidenciales. Alerta, trascender la política-espectáculo lleva a pactos, alianzas, regeneraciones y reconciliaciones postelectorales, que urge prever.