viernes, 28 de diciembre de 2012

EL SILENCIO DE LOS INOCENTES

Ojalá podamos mantener viva la certeza de que es posible ser compatriota y contemporáneo de todo aquel que viva animado por la voluntad de justicia y la voluntad de belleza, nazca donde nazca y viva cuando viva, porque no tienen fronteras los mapas del alma ni del tiempo. Eduardo Galeano Hemos banalizado a tal grado las palabras y las conmemoraciones, que a la inocencia se le confunde con la ingenuidad insana, con quienes caen en la trampa del engaño. La inocente palomita que todos los 28 de diciembre se deja engañar, es una expresión naif que celebra la habilidad para dar gato por liebre, la pericia del prestidigitador que hace aparecer una cosa por otra. Lejos del engaño, este viernes se rememora la matanza de inocentes emprendida por el rey Herodes para deshacerse del recién nacido Jesús de Nazareth. Una expresión de abuso del poderoso sobre quien no tiene malicia ni capacidad para defenderse, ni siquiera registros que le pongan en guardia sobre una amenaza. Si bien no hay certeza con esta fecha, como tampoco la hay respecto de la Navidad, y en este caso ni siquiera de que haya habido la misma feroz persecución que se hiciera contra el nacimiento del Profeta Moisés, esta conmemoración es ambigua pues al mismo tiempo que denuncia el abuso, busca preservar al ser sin culpa, al inocente, de castigos inmerecidos. Una frase de la película cuyo nombre encabeza esta columna, nos recuerda que para quien reclama su inocencia "La memoria es lo que [se tiene] en lugar de la vista." El registro de la experiencia nos quita la inocencia, en el sentido de ingenuidad frente al bien y el mal, pero rememorar puede comprobar inocencia y dolerse de su transgresión. Las víctimas de la matanza de Acteal el 21 de diciembre de 1997, fueron inocentes; no había culpa que perseguir, pero también eran inocentes en cuanto a la ingenuidad o espontaneidad con la que trabajaban o gozaban de un proyecto comunitario liberador. Así como se silenciaron inocentes entonces, a 15 años de la masacre, este 21 de diciembre salieron a la calle de varias poblaciones chiapanecas las bases de apoyo zapatistas a mostrar que la memoria puede más que la vista. O que las palabras o las consignas. Más de 50 mil zapatistas, provenientes de zonas bajo su control territorial en los llamados Caracoles y sus Juntas de Buen Gobierno, marcharon en silencio y desfilaron uno por uno, una por una, a través de templetes improvisados en alto, donde en marchas convencionales participan los oradores designados para trasmitir pliegos o consignas. Puño en alto, el silencio significó memoria contra el abuso y la impunidad. Aunque escueto, el comunicado de la dirigencia zapatista, a través del Sup Marcos, planteó la fuerza del simbolismo atado al silencio de las manifestaciones con el sentido poético del pensamiento maya, de hacer evidente la memoria milenaria, no como objeto arqueológico, sino como memoria viva desde el presente. El contraste entre un mundo –de los otros- que se derrumba, y otro mundo que resurge –el del zapatismo. La oposición entre los tiempos cósmicos, el día y la noche y su trasmutación mediante un cambio de época, que es también el de la esperanza en el día que sea día, porque el paso por la noche lo hace posible. No hubo consignas gritadas, tampoco sesudos análisis sobre el estado que guarda el proceso judicial que aplaza la justicia y hace reinar la impunidad. El silencio zapatista apeló a la voz de la memoria, a su inocencia esperanzadora. Si, escuchamos.

viernes, 21 de diciembre de 2012

CONTINUIDADES SIN CAMBIOS SUSTANTIVOS

2012, año de cambios políticos que repercutirán en un 2013 marcado por continuidades y ensayos de transformaciones que, sin embargo, no estarán a la altura de las necesidades manifiestas del país democrático que quisiéramos. Si este viernes no se acaba el mundo, al menos esperemos que ganen las interpretaciones de un cambio espiritual de época radical, como algunos estudiosos de la cultura maya lo proponen. En lo que podemos constatar y manejar dentro de la incertidumbre creciente que nos agobia, lo que acontezca en el futuro próximo es fruto del pasado inmediato. La política económica representa la columna vertebral de la continuidad. Crece una coalición entre tecnócratas, políticos y empresarios, la cual se refleja en la conformación de los gobiernos priístas, donde cuadros proempresariales ocupan los cargos prominentes en los gabinetes económicos respectivos. El modelo orientado a la exportación apuesta por profundizar el TLC de Norteamérica y por encauzar inversiones hacia el Acuerdo Transpacífico, para enfrentar a China. Internamente, tanto el gobierno federal como los gobiernos locales, buscan nuevas alianzas que superan la tradicional subordinación frente a los poderes fácticos, invitando a poderes económicos emergentes al mundo de los negocios. El caso mexicano es emblemático de una inserción incondicional a la economía mundial, hoy caracterizada por la revalorización de las materias primas y de los energéticos, que sostiene un modelo neoextractivista altamente depredador y que basa su dinámica sobre la desposesión de tierras y recursos de los más débiles. De ahí que las reformas energética, fiscal y laboral sean marcadas por la triada privatización-liberalización-desregulación. El rol estratégico de PEMEX se debatirá entre aportar renta petrolera, o dilapidar el patrimonio nacional en aras de su privatización; la reforma laboral herencia de Calderón, no se modificará y la reforma fiscal se acotará al aumento del IVA, para que los ricos no paguen impuestos. El regreso del régimen de partido predominante refuerza la partidocracia, debilita el potencial de los organismos públicos autónomos, como las instancias electorales, de defensa de los derechos humanos, o de transparencia, en la medida que se privilegian operaciones políticas verticales y cupulares que no abren cauces a la participación democrática. Como es el caso del Pacto por México, cuyos acuerdos recogen demandas justas e incluyentes que, empero, su viabilidad descansa sobre la partidocracia. En Jalisco, el Diálogo Ciudadano con el Congreso local ofrece vías participativas dignas de emular en las regiones del país. El modelo de gobernabilidad ofrecido por los gobiernos del PRI, plantea un regreso a la política, como forma de mediación para el manejo del conflicto causado por nuestra convivencia cotidiana. Sin embargo, puede salir ganando la impolítica, es decir la suplantación de los políticos profesionales en los arreglos entre instituciones que dejan fuera de las decisiones a la sociedad, ya que la brecha entre representantes y representados significa mayor desafección de la sociedad por los asuntos públicos. Por más que regresen perfiles políticos al gobierno, mientras no haya capacidad de supervisión y vigilancia ciudadana sobre la acción pública, se frenan potencialidades democráticas participativas. En 2013 persistirán movimientos sociales contestatarios y críticos frente al modelo neoextractivista, volcado a la exportación. Continuarán demandas colectivas frente a políticas públicas que ni crean empleos ni mejoran la calidad de vida, a pesar de nuevas políticas sociales tímidamente redistributivas, y las críticas antisistémicas de #YoSoy132, o las experiencias de innovación comunitaria, como las policías comunitarias en Guerrero, o la autonomía de Cherán en Michoacán, intentan ser criminalizadas por atentar contra el país homogeneizado por la fuerza del mercado. Continuará el divorcio entre movimiento social y participación electoral, sin que se avizore un proyecto de país, una organización capaz de procesarlo.