viernes, 28 de junio de 2013

MERCADO Y GOBIERNO, LAS BARBAS A REMOJAR




"Estoy triste por todo lo que está sucediendo en Brasil. Siempre tuve fe en que no sería necesario llegar al punto de salir a la calle para exigir mejores condiciones de transporte, salud, educación y seguridad. Todo eso es obligación del gobierno", declaró el astro futbolista Neymar da Silva, en solidaridad con las movilizaciones de protesta social que sacuden a Brasil desde hace varias semanas. Desde otra posición, Pelé, ha sido abucheado en las redes sociales por su permanente llamado a que los jóvenes abandonen las protestas y se concentren en apoyar a su selección en la Copa Mundial en curso. Neymar quiere “un Brasil más justo, más seguro, más saludable y más honesto”. Pelé llama a guardar la conciencia detrás de la televisión. Hace tiempo que los futbolistas no se pronunciaban sobre los problemas sociales.

Actualmente, los estadios del balompié son el centro simbólico de la ira despertada por el alza del transporte urbano, por el deterioro de los servicios sociales de salud, educación y seguridad, lo cual contrasta con las faraónicas inversiones en estadios e instalaciones que albergarán el Mundial de Futbol y luego la Olimpiada. Empresas y gobierno hacen su agosto mientras la calidad de vida de la inmensa mayoría se deteriora. Una vez más, los jóvenes detonan la conciencia que une el descontento, la desconfianza y la desilusión. Pero también gracias a esos movimientos se democratiza la democracia. Se imaginan nuevas políticas sociales que atiendan el malestar, se plantean exigencias de mayor calidad democrática en la representación y la escucha, se combate la impunidad de la función pública, se cimbran las instituciones relacionadas con nuestra convivencia, en la búsqueda del bienestar, y con nuestros conflictos, sobre seguridad y garantías para expresar pacíficamente demandas.

Mercado, gobierno y sociedad, son tres ámbitos cuyas intersecciones son complejas. La disputa por mercantilizar lo más posible de nuestras vidas como consumidores, encuentra un espacio privilegiado en los bienes públicos, lo cual es inversamente proporcional a la capacidad reguladora del Estado. Es desde la resistencia social contra la mercantilización que se ponen los límites. Por ello, el aumento del costo del transporte urbano fue el detonante de problemas sociales mayores, todos ellos vinculados con la capacidad pública del Estado para frenar las ambiciones mercantiles y en contraparte, la capacidad estatal para sustentar las políticas sociales que atiendan a las demandas de justicia, seguridad, educación y particularmente de honestidad, pues desconfianza y desencanto torpedean cualquier intento generalmente mediocre, siempre mediatizador, por contener o desviar las demandas sociales expresadas en las calles.

Está por verse si las protestas surgidas en Brasil, bajo la égida del gobierno progresista del Partido del Trabajo, con más de diez años en el gobierno federal, desembocarán en la democratización de la democracia. Desde la visión simplificadora de medios masivos de comunicación interesados en desacreditar la resistencia social frente al mercado y la perversión democrática, no se puede entender lo que está en juego. El gobierno del PT no es equivalente al Estado brasileño. De 26 estados federados, el PT gobierna en apenas 3 entidades; de los 5 mil 570 municipios brasileiros, el PT apenas gobierna en unos 500. Cierto, ese partido gobierna las ciudades más populosas, pero las demandas por planes de movilidad urbana del Movimiento Pase Libre, que encabeza las manifestaciones tiene que lidiar con una gama de interlocutores amplísima. La Policía Militar depende de los gobiernos estatales, no del Federal. Dilma Roussef tuvo que abortar su propuesta de pacto social constituyente, porque la reforma política puede afrontar los actuales problemas. El Estado recorta sus barbas; el mercado, tan campante.

viernes, 7 de junio de 2013

MITOS MEXICANOS FRENTE A CHINA

1 China representa una oportunidad para la diversificación de las exportaciones mexicanas. Es cierto que nuestro país representa el segundo socio comercial del gigante asiático en Latinoamérica, y que esa potencia es ya el segundo socio comercial de México, después de las enormes proporciones que presenta nuestro comercio con Estados Unidos, de casi el 90 por ciento. Sin embargo, no existe un tratado de libre comercio entre China y México, acuerdos en los que la diplomacia comercial mexicana cifra sus esperanzas y compromete reglas de comercio que la sujetan y le restan posibilidades de diversificación comercial.

2 México puede convertirse en una plataforma de exportación China a Estados Unidos, por medio de la recepción de maquiladoras de ese país. Falso. El muy bajo costo de la mano de obra mexicana, no es condición suficiente para atraer maquiladoras chinas pues esa potencia asiática funda sus exportaciones sobre la base de encadenamientos productivos que abaratan su producción gracias al país fábrica que han construido, con la fuerza de trabajo menos costosa del mundo donde además, no hay conflictos laborales inmanejables por el aparato político gobierno-partido.

3 Incrementar los intercambios comerciales chino-mexicanos, aportará bienestar para ambas poblaciones. Mito presentado en la reciente visita del Presidente Chino Xi Jinping a México, pues mientras en la nación asiática hay una ampliación del mercado interno y una recuperación constante del poder adquisitivo del asalariado, en México pasa todo lo contrario: agudo deterioro del salario, orientación del modelo económico hacia la exportación que debilita al mercado interno; tímidas políticas redistributivas. Además, la doctrina del libre comercio, abrazada ortodoxamente por el gobierno mexicano, no ha fructificado en la atracción de inversión extranjera directa; Brasil, recibe casi 20 veces más de inversión de empresarios chinos que México.

4 Una alianza estratégica de México con China favorecerá a nuestro país como potencia regional. Otro mito a derrumbar. China tiene una estrategia de alianzas muy claras con ciertos países latinoamericanos, como Brasil, con quien participa en el bloque BRICS, junto con Rusia, India y Sudáfrica, para el cual China es ya su principal socio comercial. A la vez que los países de la Alternativa Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), como Cuba, Venezuela, Bolivia y Ecuador, han intensificado sus relaciones comerciales, diplomáticas y militares con China. Uruguay también apuesta por convertir a esa potencia en su primer socio comercial.

5 Si nos acercamos a China, tendremos más autonomía frente a Estados Unidos. Todo lo contrario sucede en los hechos, pues el proyecto de fomento comercial más ambicioso que comparte el gobierno mexicano y varios países latinoamericanos actualmente, la Alianza del Pacífico, se orienta a fortalecer el proyecto geoeconómico con el que Estados Unidos compite contra China por ganar los mercados del Pacífico Asiático, en donde ese país realiza sus principales intercambios económicos. Se trata del Tratado Transpacífico (TPP, por sus siglas en inglés), con el cual la potencia estadounidense pretende contrapesar el creciente papel integrador de China en la Cuenca del Pacífico.

6 Comerciar más con China significa mayor potencial de desarrollo para México. No necesariamente, pues el impacto comercial y de las inversiones chinas en Latinoamérica, profundiza estrategias económicas que profundizan principalmente las exportaciones de materias primas sin procesar: el modelo neo-extractivista. Cerca del 80 por ciento de las exportaciones latinoamericanas hacia China representan productos mineros y energéticos sin añadir valor alguno, pero muy necesarios para el crecimiento económico de la potencia asiática. Tampoco hay mejores oportunidades para el desarrollo regional, como lo muestra el caso del Cancún Dragon Mart, un enclave chino aún no autorizado. No seamos cola de león, ni cola de dragón.